La fisioterapia ofrece opciones eficaces y naturales para tratar las cicatrices y las adherencias que se forman tras una cirugía. Para quienes se pregunten como eliminar las adherencias de forma natural, una de las técnicas más conocidas es el masaje transverso profundo, también llamado masaje tipo Cyriax. Este método ayuda a despegar las capas más superficiales de la cicatriz, facilitando que recupere parte de su movilidad.
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¿Qué son las adherencias y por qué se forman?
Los avances en cirugía han sido fundamentales para alargar la esperanza de vida y mejorar su calidad de forma notable. Sin embargo, como ocurre con cualquier intervención médica, no todo son ventajas: aquello que nos ha salvado la vida o nos ha permitido vivir mejor puede también dejar ciertas secuelas o complicaciones, especialmente a corto y medio plazo.
Durante una intervención quirúrgica, el cirujano debe atravesar distintas capas del cuerpo hasta alcanzar la zona a tratar: la piel, el tejido subcutáneo, las fascias, los músculos… Cada una de estas estructuras, en condiciones normales, necesita conservar su capacidad de deslizarse suavemente sobre las capas vecinas para funcionar correctamente.
Después de una intervención quirúrgica, los tejidos suelen perder parte de su capacidad de deslizamiento. En su intento por sanar y recuperar la integridad, el cuerpo forma una cicatriz que, en muchos casos, genera adherencias y limita el movimiento de la zona afectada.
Estas alteraciones no solo pueden provocar molestias en la propia cicatriz, sino también en áreas cercanas o incluso a distancia, debido a los cambios posturales que el cuerpo adopta para compensar esas restricciones.

Cómo eliminar las adherencias de forma natural
| Las adherencias son un tipo de fibrosis que puede aparecer tras una cirugía, una lesión o una inflamación prolongada. Aunque hay distintos enfoques para tratarlas, algunas opciones naturales han demostrado ser especialmente efectivas. A continuación te comparto las más relevantes: |
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1. Terapia Manual
| Una de las formas más eficaces y naturales para tratar las adherencias es a través de la terapia manual. Técnicas como el masaje transversal profundo (también conocido como masaje Cyriax) o la inducción miofascial, aplicadas por un fisioterapeuta, ayudan a movilizar y liberar el tejido cicatricial. Son procedimientos no invasivos y, en muchos casos, ofrecen resultados muy positivos con constancia y buen acompañamiento profesional. |
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2. Movimiento y Ejercicio Temprano
| El cuerpo necesita movimiento para sanar correctamente. Se ha visto que comenzar con una movilización progresiva y segura, siempre adaptada a cada caso, es clave para prevenir y tratar las adherencias. Por eso, hoy en día se evita alargar los tiempos de reposo tras una cirugía o una lesión. Eso sí, es importante ajustar la intensidad y duración del ejercicio para no sobrecargar el tejido en recuperación. |
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3. Otras terapias de tratamiento físico
Además del masaje, hay otras herramientas que se utilizan en fisioterapia para tratar adherencias. Una de ellas son las ventosas, que aplican succión para despegar la cicatriz de los planos más profundos. Aunque esta técnica es más intensa que otras, puede ser muy útil una vez ha pasado el tiempo suficiente desde la intervención.
Otra opción interesante es el uso del Kinesiotape. Estas bandas adhesivas de colores ejercen una tracción suave sobre la piel, lo que puede favorecer la liberación del tejido cicatricial cuando se usan de forma adecuada.
4. Suplementos y Apoyo Nutricional
| Algunos suplementos naturales están siendo estudiados por su posible efecto en la prevención y tratamiento de adherencias. Sustancias como la bromelina o la centella asiática han mostrado beneficios en ciertos estudios, aunque los resultados no son concluyentes y pueden variar de una persona a otra. Lo más recomendable es usarlos como complemento al tratamiento físico, nunca como sustituto. Y, por supuesto, consultar con un profesional antes de empezar cualquier suplemento. |
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Beneficios de eliminar las adherencias de forma natural con mi tratamiento para cicatrices
| Con el tratamiento de cicatrices para eliminar las adherencias de forma natural podemos lograr los siguientes efectos:
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¿Cuáles son las cicatrices que más comúnmente generan problemas?
| Aunque cualquier cicatriz puede llegar a causar molestias o disfunciones, hay algunas que, por su localización o el tipo de intervención que implican, tienen más probabilidad de generar complicaciones. Estas son algunas de las más frecuentes: |
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Cicatrices Ginecológicas: el impacto oculto de cesáreas e histerectomías en la postura.
| Esta es una zona especialmente sensible, ya que para acceder a ella durante una intervención quirúrgica, es necesario atravesar múltiples capas fundamentales para la estabilidad postural. En procedimientos como la cesárea se inciden las fascias y los músculos abdominales, incluyendo los oblicuos y los rectos, además de todas las capas del útero. En una histerectomía, además, se ven afectados los ligamentos y tejidos que sostienen el útero en su lugar. Todo este proceso puede dar lugar a numerosas adherencias internas que, con frecuencia, requieren un abordaje terapéutico especializado. El impacto no se limita a lo estético: estas alteraciones pueden provocar un desequilibrio en la pelvis, que funciona como la base estructural de nuestro cuerpo. Cuando esa base se desajusta, todo el sistema corporal se ve afectado. |
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La Cicatriz del Apéndice (Apendicectomía): Una pequeña incisión con gran repercusión en tu postura y digestivo.
| Aunque es una intervención común, la cicatriz del apéndice puede tener consecuencias similares a las de una cesárea, ya que también implica atravesar capas profundas como la musculatura oblicua abdominal, sus fascias, el peritoneo e incluso estructuras del intestino grueso. Por su localización en el lado derecho del abdomen, esta cicatriz puede generar un desequilibrio postural más acusado y tener repercusiones a nivel digestivo. Esto se debe a su cercanía con la válvula ileocecal, el punto de unión entre el intestino delgado y el grueso, una zona clave para el tránsito intestinal. |
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Cicatrices de Hernias Inguinales: Postura y Pelvis a su servicio.
Las hernias viscerales, como las inguinales, suelen tratarse quirúrgicamente para prevenir complicaciones graves como la estrangulación, una situación potencialmente peligrosa para la vida del paciente. En la mayoría de los casos, la reparación se realiza mediante la colocación de una malla, con el objetivo de reforzar la zona debilitada y reducir el riesgo de recurrencia.
Aunque eficaz, esta intervención no está exenta de consecuencias. Es común que se generen adherencias internas, lo que puede afectar a la movilidad de estructuras cercanas como la pelvis y la cadera.
Estas restricciones pueden manifestarse con dolor en la propia cicatriz, pero también con molestias más amplias en la zona lumbar, la pelvis o incluso en la cadera, al alterar el equilibrio funcional del cuerpo.
Cicatrices de Cáncer: Más allá de lo físico.
Además de los efectos físicos ya mencionados en relación con las cicatrices, las intervenciones quirúrgicas por cáncer implican una carga emocional muy significativa que también deja huella en el cuerpo.
La fascia, ese tejido conectivo que envuelve y conecta todo nuestro sistema musculoesquelético, tiene una alta sensibilidad emocional. Ante situaciones de gran impacto, como un diagnóstico de cáncer o un proceso quirúrgico agresivo, tiende a retraerse, afectando no solo al movimiento, sino también a funciones clave como la protección y la estabilidad postural.
Esa retracción fascial puede entenderse como una respuesta de defensa: una forma del cuerpo de protegerse tanto del impacto emocional como del trauma físico que suponen la cirugía, la quimioterapia o la radioterapia.
En este contexto, el abordaje a través de inducción miofascial resulta especialmente beneficioso. Esta técnica no solo ayuda a liberar tensiones y mejorar la movilidad, sino que también acompaña de forma respetuosa los procesos emocionales vinculados a la vivencia del cáncer.
Cicatrices en Cirugías Articulares: Cuando el movimiento se ve comprometido.
Las cicatrices que se forman tras una intervención quirúrgica en una articulación presentan características muy particulares. Las articulaciones están diseñadas para permitir una amplia libertad de movimiento, y para ello cuentan con un entramado complejo de músculos, tendones, fascias, nervios y vasos sanguíneos, todos trabajando en perfecta coordinación.
Sin embargo, cuando se realiza una cirugía, incluso procedimientos mínimamente invasivos como las artroscopias, ese equilibrio se altera. Las estructuras afectadas pueden perder parte de su movilidad natural, y el tejido cicatricial resultante puede limitar el rango de movimiento y modificar la biomecánica de la zona.
Es muy común que, tras este tipo de intervenciones, aparezcan restricciones y dolor, especialmente en articulaciones como el hombro, el codo, la muñeca, la cadera o la rodilla, donde la movilidad es esencial para la funcionalidad diaria.
Cirugias de columna: Impacto funcional y estructural.
Las intervenciones en la columna vertebral presentan características únicas, ya que para llegar a la zona a tratar, es necesario atravesar múltiples capas de tejidos fundamentales para la estabilidad y función postural del cuerpo. Entre ellos se encuentran fascias profundas, musculatura estabilizadora y ligamentos con un papel clave en la biomecánica vertebral.
La columna no solo sostiene la postura, sino que también protege al sistema nervioso central, por lo que cualquier alteración en esta zona puede generar efectos en cadena en distintas partes del cuerpo.
En el caso de las hernias discales cervicales, el abordaje quirúrgico suele realizarse por la parte anterior del cuello, lo que implica atravesar estructuras similares a las afectadas en una tiroidectomía, aunque el acceso llega aún más profundo para intervenir un problema que se encuentra en la parte posterior. Esto puede producir dolor cervical (cervicalgia), cefaleas, trastornos mandibulares como el bruxismo, alteraciones en los brazos y cambios posturales compensatorios.
Por su parte, las cirugías de hernia discal lumbar suelen abordarse desde la espalda. En este proceso se ven comprometidas estructuras clave como la fascia toracolumbar, una de las principales responsables de mantener la estabilidad postural. Tras la intervención, es frecuente que aparezcan síntomas como dolor lumbar (lumbalgia), molestias o rigidez en la pelvis, dolor irradiado hacia las piernas y también alteraciones en la alineación corporal.
Estas consecuencias no siempre aparecen de inmediato, pero con frecuencia surgen en los meses posteriores, especialmente si la recuperación no incluye un tratamiento que aborde las restricciones fasciales y musculares generadas por la cicatriz
Cicatrices de Tiroidectomía (tiroides): Pequeñas marcas, grandes disfunciones.
| La zona del cuello es especialmente sensible cuando hablamos de cirugía. Para acceder a la glándula tiroides, el cirujano debe atravesar hasta tres capas fasciales cervicales, estructuras clave para la movilidad y estabilidad del cuello. Esta región, por su naturaleza, requiere una gran libertad de movimiento entre sus tejidos para funcionar con normalidad. La presencia de una cicatriz en esta área puede alterar tanto la dinámica como la estática del cuello, generando consecuencias que van mucho más allá de lo visible. No solo es frecuente la aparición de dolor cervical, sino que también pueden desencadenarse cefaleas, molestias en la espalda, disfunciones en los hombros e incluso problemas en la mandíbula, como el bruxismo. Estas restricciones no siempre se asocian de inmediato a la cicatriz, pero forman parte de una red de compensaciones posturales que el cuerpo pone en marcha ante cualquier alteración en una zona tan estratégica. |
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Queloides: cuando la cicatrización se descontrola
Los queloides son una manifestación anómala del proceso de cicatrización, en el que el cuerpo genera una cantidad excesiva de fibras para reparar el tejido. Es como si el sistema de reparación trabajara más de la cuenta, creando un exceso de tejido que no sólo altera la apariencia, sino también la funcionalidad de la zona afectada.
Esta respuesta suele estar relacionada con desequilibrios en el sistema nervioso autónomo, lo que hace que el proceso cicatricial se vuelva desproporcionado.
Al acumularse más tejido del necesario, pueden producirse atrapamientos de nervios, fascias o vasos, lo que con frecuencia se traduce en dolor persistente, tensión local o incluso limitación del movimiento.
Por eso el abordaje de los queloides no debe limitarse a lo estético. Se trata de un problema funcional, que puede tener consecuencias importantes en la salud general del tejido afectado y en la calidad de vida de la persona.
Tu cicatriz cuenta una historia… pero no debe marcar tu bienestar.
Una cicatriz no es solo una marca visible en la piel; puede ser el origen silencioso de múltiples alteraciones funcionales en el cuerpo. Por eso, merece un abordaje terapéutico especializado que tenga en cuenta tanto su dimensión física como su impacto postural y emocional.
Si tras una cirugía notas cambios como dolor en la cicatriz o en otras zonas del cuerpo, rigidez, molestias posturales o sensaciones de tirantez, es posible que esa cicatriz esté interfiriendo en el equilibrio natural de tu organismo.
No lo dejes pasar. Escuchar esas señales es el primer paso. Estamos aquí para ayudarte a recuperar el bienestar que tu cuerpo necesita. Anímate a eliminar tus cicatrices de forma natural: es mucho más que un cuidado estético, es salud.









